Monday, August 05, 2013

La visceralidad es un tema.
Y me encuentro con ella en el cotidiano devenir, muchísimas veces sin caer en cuenta sobre la fuerza movilizadora que tiene.
Porque.. de eso se trata... ¿o no? de no-pensarlo.
La visceralidad, entendida como un acto primario emanado de lo más profundo de la sensorialidad, tiene esa cualidad única de permitirnos entrar en lo más recóndito de los deseos, ésos que en lo rutinario quedan relegados a los últimos espacios de nuestra animalidad. Esa condición primitiva, completamente desprovista de racionalidad y concepto, ésa que arrastra de vuelta a la niñez, ésa que buscamos desesperadamente por medio de vías sintéticas, ajenas al cuerpo, pero que devuelven por un rato al espacio de las sensaciones... y de nada salvo eso... Esa visceralidad se convierte, a veces, en la búsqueda que nos toma la existencia entera.

Me he hallado, en un punto de la vida, con la ineludible encrucijada entre lo dictado por la convención, el decoro y la parsimonia y lo engendrado desde el fuego, desde la necesidad inconfundible del cuerpo. De ésa, la de hace no mucho.

Hasta ahora, lo racional, el mandato del cerebro.

Hasta ahora.

Encuentro, sin embargo, la -terrible- necesidad de conectarme con la tripa, de recorrer el sendero rumbo a lo intenso. Surge como un temporal, removiendo los cimientos, carcomiendo las bases, el territorio conocido.... envolviendo en una madeja inextricable de nervios, exhalaciones, sin espacio para los avances de las ideas...
Y el piso cediendo... 


No comments: