¿Por qué lo hiciste? Me preguntó mi madre ¿Cómo se te fue a ocurrir? mi padre. Todos ¿Por qué no resultó? Eso me pregunté yo. Demasiadas poesías. Yo lo que quería era morirme. Demasiadas poesías, quizás. Mi padre dice que tal vez todo haya sido por leer demasiadas poesías. Quizá eso me enredó el corazón, eso me hizo andar sollozando por los rincones. Perdí el eje, las ganas de vivir, vivir nomás se volvió un lastre. El corazón se me convirtió en una piedra que pesaba toneladas. Mi madre se rió de mí. Me dijo que yo era una sentimental como mi padre. Yo le dije algo, no me acuerdo qué le dije. De casi nada me acuerdo. En mi pobre cabeza de pájaro mal enjaulado sólo siento graznidos, el eco de un montón de sueños desnutridos. Debe ser el tratamiento, la cura de sueño, lo que me están poniendo en las venas. Gota a gota cae. Una especie de lluvia privada que veo fluir por el tubo plástico hacia el pliegue del codo. La enfermera que me mira, el baño sin pestillo, me vigilan. Retorcería la manguera, me arrancaría la aguja que abre mi piel y me hace afluente de río. Dicen que curará esa idea loca de morirme. Hoy me parece loco estar viva. Por eso me vigilan, la Mary que viene de día y es buena como el sol y la Olga que viene de noche y tiene las mandibulas de un rottweiler y los ojos verdes de una pantera.
Ella me da miedo. la Mary no, es cariñosa. Yo quisiera que mamá fuera así. A lo mejor es así con sus clientes. Quizá también es buena y yo no la entiendo[...]
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